Última y más populosa jornada de un Bilbao BBK Live, que se ha cerrado con indudable éxito. Los responsables del mejor aforo del festival han sido Green Day, convertidos en fenómeno de fans para dos o tres generaciones, desde los treintañeros que les vieron nacer allá por los 90, hasta sus sobrinos en edad ya de beber y pintarse el pelo de verde. Lo preocupantes que las canciones que merecen la pena siguen siendo las mismas que en 1995. Pero no se impacienten, luego hablamos un rato de Green Day, que me tienen impactado. De momento vamos al balance final de un evento que se consolida en la complicada cima de los festivales españoles y que este año, con un día menos de conciertos, puede incluso superar en público a Benicassim.
Musicalmente, el BBK de este año me ha parecido el más completo, pero no por las cabezas de cartel, que han estado cada cual más milimetrada y previsible, sino por una clase media del cartel que ha pegado tal salto de calidad que ha compensando cualquier deficiencia. Toy (por referencias), Charles Bradley, Edward Sharpe, Mark Lanegan (lo que le dejó la lluvia), The Hives, Vampire Weekend, We are Standard, y sobre todo, Gary Clark y Twin Shadow, han ofrecido actuaciones memorables.
Pero no echemos las campanas al vuelo. En cuestión de accesos, camping y servicios (barras y comida), el festival siamés del Optimus de Lisboa (compatían los grandes nombres), necesita mejorar. Dado la reciente reestructuración de todo el tráfico de entrada a Bilbao, a los autobuses les daremos un año de margen. Sin embargo, las barras necesitan refuerzo y el recinto más baños. ¿No se puede llenar de servicios el límite superior de la ladera del escenario principal? De hecho ya es el urinario más grande de Europa tras la parte trasera del Oktoberfest. Por otro lado, soy consciente de que los patrocinadores son vitales para la salud de cualquier evento. Pero, ¿colocar no una zona Vip, sino todo un castillo en la parte central del escenario principal es necesario? Sin ese obstáculo el recinto ganaría metros que parecerían kilómetros. En fin, mis cosas.
Y el sábado entonces, ¿qué tal? Pues nada más llegar The Hives en formato huracán. No te esperes que Pelle Almqvist vayan a reventar los límite de ningún estilo musical en cada disco. A cambio, te ofrecen uno de los mayores espectáculos musicales que se puede ver en este momento. Ni un momento de silencio, ni un segundo de calma, pura energía garagera sin perder un ápice de elegancia.
La única pega, la hora. Tocaron antes de unos Vampire Weekend más interesantes musicalmente hablando, pero infinitamente más sosos. A los neoyorquinos les tocó telonear a Green Day, así que el concierto se hizo largo para muchos de los 35.000 fans de Billie Joe Armstrong.
Aún así, la clase que tienen las canciones del último disco de Ezra Koenig se impuso a cualquier duda. Llegan a ser otros (The National por ejemplo) y las ordas pop punk les queman el escenario.
Entre concierto y concierto del escenario principal, nos acercamos a sacar alguna foto de Fermín Muguruza, y su propuesta ska. Reconociendo que Fermín siempre está inspirado, lo siento, no es lo mío. Lo más curioso fue rastrear en sus viejas y nuevas canciones numerosos tintes tropicalistas, precisamente uno de los argumentos de Vampire Weekend.
Y por fin Green Day, grandes triunfadores del festival gracias a un concierto teñido de circo, que repiten idéntico estación tras estación de su gigantesca gira.
Comienzan pinchando a todo trapo “Bohemian Rhapsody”, ante lo cual los fans sacan mecheros. Sí, mecheros en 2013. Luego suena “Blitzkrieg Bop” y sale un conejo rosa a hacer de mascosta de la NBA sobre el escenario, la locura (espero que al menos a la mitad del público le funcionara el Shazam). “El bueno, el feo y el malo” de Morricone cierra la intro, y salen como un torbellino lleno de testosterona (o viagra más bien), Billie Joe Armstrong. Canciones principalmente recuperadas de los noventa (el 50% del setlist proviene del Dookie y del American Idiot), aderezadas con toda clase de trucos. Que si salto aquí, amago con bajar al foso allá, subo a un fan al que le pido que cante y luego salte, tiro camisetas, papel higiénico, subo a otro fan a que bese la guitarra (y salte)… En fin, una fiesta total para delirio general de los fans que entran en trance con “When I Come Around”, “Longview” y “Basket Case”, casi seguidas. Pero aún falta lo mejor: ¿no te gusta Green Gay? No pasa nada, vamos a tocar para que bailes canciones que conoce hasta tu madre, AC/DC, la sintonía de Benny Hill y un medley con Shout/Always Look on the Bright Side of Life/Break on Through (to the Other Side) y (I Can’t Get No) Satisfaction. Inenarrable, me aposté una cerveza a que sonaba Julio Iglesias. Afortunadamente perdí. En el bis, más madera: “American Idiot”, “Jesus of Suburbia”, “Brutal Love”, “Good Riddance (Time of Your Life)”.En fin, una y no más, Green Day.
En el otro escenario, Twin Shadow estuvo impecable. Bailable y divertido (haciendo comentarios sobre lo que vale la pena la gente que le prefiere a Green Day), no defraudó a nadie.
Como fin de fiesta, We Are Standard y su magnífico nuevo trabajo “Day”, con el que han ganado consistencia sin perder magnetismo. Jugando en casa e inspiradísimos, arrasaron, txapalarta incluída (por fin tocada como debe ser y no como Crystal Fighters), con la carpa Vodafone.
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Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 15 July, 2013
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