[Publicado en Muzikalia] Como hay quien va al fútbol a desahogarse insultando al árbitro, jugadores o aficionados contrarios, otros prefieren quedarse en casa pegados a Telecinco para al día siguiente poder comentar sin piedad las vidas ajenas. Pero deporte y cotilleos no son alivios aceptables, o al menos confesables, para el indie que prefiere consolarse en su propio ámbito.
Como no podría ser de otro manera, el indie que necesita alivio no encuentra respuesta en formas tan zafias y masivas de consuelo, así que prefiere desahogarse a través de la música, pero no escuchándola, sino soltando improperios en la web, Facebook o Twitter de turno contra el músico o DJ que no le gusta, el crítico que no opina lo mismo, o el fan que defiende lo contrario. Así, en comentarios de Muzikalia o Jenesaispop se pueden encontrar algunas aportaciones, varias críticas constructivas, y hectolitros de bilis vomitada como forma de autoayuda.
Marina, la cantante de Klaus & Kinski, ha sido objetivo habitual de las terapias de reafirmación de algunos, así que después de ocho años de trayectoria (cinco desde su primer disco, Tu hoguera está ardiendo, Jabalina, 2008), ha decidido tomarse un descanso. Lo contó ayer en la Sala Moby Dick, en un concierto anunciado como el último el Madrid en mucho tiempo y convertido en una emotiva despedida de un grupo con suficientes fans para que, en mi opinión, valga la pena aguantar un poco más.
El concierto comenzó con nervios y alguna sorpresa no habitual en el repertorio como “Te vas a enterar”, para pronto dar paso a un vibrante repaso a lo mejor de la discografía de Klaus & Kinski que terminó convertido en karaoke. Además de anunciar su, al menos provisional, renuncia, Marina aprovechó para recomendar especial prudencia a aquellos que quieran hacer negocios en Murcia (con motivo de ciertos sucesos acontecidos recientemente en la región), confesar que odia “Nunca estás a la altura” y dar un enternecedor beso a Alejandro en “El rey del Mambo y la reina de Saba” (no recuerdo haberlo visto antes en al menos 10 conciertos de K&K en los que habré estado). Por cierto que a Marina, cual virgen milagrera, le dejaron en el escenario un presente en forma de mermelada casera. Un motivo más para no dejarlo aún.
Tras un bis tan potente como celebrado (“Mengele y el amor”, “Nunca estás a la altura” y “Rocanrolear”), Marina y Alejandro volvieron al escenario para autohomenajearse haciendo una versión de la banda sonora de Twin Peaks, una serie que les fascina.
Por lo que contó Marina después del concierto, Alejandro seguirá tocando, quizás no con el formato K&K, así que al menos podremos entretenernos hasta que ella vuelva a cargar pilas y cambie de opinión.
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Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 8 June, 2013
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