Como últimamente, unos apuntes de trabajo antes de la crónica seria para Muzikalia. Primavera Club Madrid 2012, el festival sovietizado (Iñigo López Palacios), frío intenso, colas y vigilancia contínua. Policía Municipal en los conciertos y tres tipos de controles de entrada a cada escenario entraras por primera vez o salieras a fumar: DNI, cacheo y pulsera. En el escenario de Swans estaban tan obsesionados por cachear y pedir DNI a todo aquel que llevara barba, que al principio se colaron varios curiosos sin entrada que habían ido a dar una vuelta por el Matadero (salvo los escenaros el resto del recinto estaba abierto).
Lo de la Nave de Terneras, dramático y con sillas. Cien personas de aforo contando a veinte de organización, por lo que ver a Antònia Font fue imposible. Llegamos casi media antes para estar los terceros en la cola, cuarenta minutos después seguíamos igual. Quien quiera ver hoy a Redd Kross que vaya a Tuya y se quede sin salir ni a fumar o no podrá volver a entrar.
Sobre estos asuntos no pregunten a la organización, sino al Ayuntamiento, que se está cubriendo de gloria. Por lo menos, grata sorpresa en cuanto a los previos de las consumiciones, las cervezas a dos euros y los katxis/minis/macetas/jarras a seis. Sonido, más que solvente en todos los escenarios y a buen volumen, sobre todo para Swans.
En cuanto a música, Bremen, pop y americana en catalán con facilidad para el crescendo y que llamaba la atención por su controlada vehemencia. Toy, o el hype del año, rotundos pero con pocos matices. Más post punk que kraut, unos Horrors ruidistas que compartieron fans adolescentes con los Vaccines.
Deerhoof, a ratos circo, a ratos muy bien, no esperaba que fueran a sonar tan rotundos. Cuando se ponían serios el juego de ruido y funk convencía, cuando se dejaban llevar por la psicoledia escenénica, rozaban la autoparodia.
A Sir Richard Bishop, intensísimo y en formato muy reducido, prácticamente no le pudimos ver porque nos jugábamos el sitio en Swans.
Hasta ahora he utilizado para describir varios conciertos tres adjetivos que son sinónimos, intenso, rotundo y vehemente. Sumen los tres y multiplen por 100 y les saldrá algo aproximado a lo que fue el concierto de Swans. Más que concierto fue una lección, de ruido y de perfeccinismo. Alucinante Michael Gira sin quitar un ojo de todos sus músicos, siempre buscando el sonido perfecto. Y tras enfadarse un par de veces lo encontró, y cuando lo hizo se puso a gritar como si estuviera poseído y fue uno de esos momentos que jamás voy a olvidar.
Para el final The Vaccines, o como aprovechar el espacio para el baile, la diversión y el coro que ha dejado la ausencia o decandencia de Franz Ferdinand, Strokes, Kaiser Chiefs y demás. Jits y hormonas desatadas, parece fácil pero tiene su mérito.
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[…] ¿Quién estimó hace años que la nave tenía una capacidad para 800 personas? ¿En base a qué criterio se ha dejado en 100? Y sobre todo, ¿por qué se hace tres días antes del evento? El resultado es tan lamentable como el que se puede apreciar en esta foto de Surfer Rosa (bajo licencia CC). […]