Hace años, un concierto de Nada Surf era como la lotería. Unos días salías encantado y con ganas de comprar en vinilo toda su discografía, y otros terminabas maldiciendo hasta el infinito al técnico de sonido y deseando que terminara su carrera mezclando eventos del Cantajuegos. Afortunadamente, los neoyorquinos encontraron hace ya un tiempo la fórmula adecuada para sobreponer su música a casi cualquier sala, y ahora sus conciertos se han convertido en una infalible fiesta de guitarras y melodías a disfrutar en familia.
Digo lo de la familia porque, a pesar de que la banda vive a un océano de distancia (salvo Dani, que se ha mudado a Ibiza), los directos de Nada Surf en España, y especialmente en Madrid, parecen los de un grupo local. El público, una envidiable mezcla de gente joven y veteranos de los tiempos de “Popular”, adora a Matthew Caws y lo suyos, que responden con una colección de clásicos imbatible.
El jueves en la Sala But (el Ochoymedio los sábados) defendían el notable y reciente The Stars Are Indifferent To Astronomy (Barsuk, 2012), pero con tiempo y mimo suficiente para intercalar canciones antiguas del tamaño de “Whose Authority” o “Hyperspace”, con especial predilección con su tercer disco, aquel Let Go (Barsuk, 2002). Evidentemente, la gente se rindió desde la segunda canción y aquello fue un paseo militar para un grupo con canciones que merecen mucho más que una sala de mediano tamaño.
Para terminar, una sonrisa para varios días tras dos canciones tan diferentes como rotundas, “Always Love” y “Blankest Year”. La pena, que no durara una hora más.
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Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 27 October, 2012
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