Cuando los Japandroids comenzaron a tocar allá por 2006, la escena de Vancouver era tan reducida o cerrada, que para dar un concierto ellos mismos tenían que alquilar el local, instalar la PA, repartir los flyers, actuar y poner las cervezas. Tres discos después hacen giras de más de 200 conciertos en 20 países, pero siguen demostrando el entusiasmo del primer día y, con todo cuidado, montan ellos solos el escenario y hacen los últimos ajustes en el sonido. Por eso es una pena que Brian King tuviera la mala suerte de reventar su micrófono y uno de los amplificadores a mitad de concierto (mención especial a la indolencia del técnico de sonido), desluciendo el tramo final de una actuación que tenía visos de épica.
No era para menos. Los canadienses llegaban a Madrid a mitad de gira, pero tras descansar una semana, así que tenían las pilas cargadísimas. Además era su primer concierto en sala en España (tras dos ediciones del Primavera Sound), y tenían ganas de un concierto para ellos solos, que Brian prometió largo y sin concesiones. Así fue, al menos una gran parte del mismo.
Comenzaron con “The Boys are leaving town”, el corte que abre su primer disco (Post-Nothing, 2009), que alternaron casi al completo con su último trabajo y leit motive de la gira (Celebration Rock, 2012). Huracán de ruido y percusión desde la primera nota, fue increíble el despliegue físico que demostraron tanto Brian como David, y la química casi perfecta de un tándem ajustado al milímetro. Brian construye todas las canciones con solo seis cuerdas, pero enchufadas a cinco amplificadores (uno de ellos una pantalla de bajo), que le hacen sonar como una banda de guitarras completa. Como base, el impecable trabajo de David a la batería, una auténtica lección de ritmo en cada canción, que no paró ni cuando Brian se pasó más de 10 minutos en silencio tratando de arreglar el amplificador que había reventado.
La última parte del concierto, a partir del hit (como el propio Brian lo definió con cierta sorna), “The House that heaven built”, no sonó con la rotundidad del comienzo, pero sirvió para desatar la adrenalina de buena parte del público que celebró con pogos cada canción hasta un apoteósico cierre con “For the love of Ivy”, versión de The Gun Club, y la canción que, según el propio grupo, mejor tocan.
Antes de los Japandroids, los italianos Be Forest, shoegaze con tintes de psicodelia horriana ejecutada con sobria y joven timidez. Puro futuro, ya verán.
Publicado en Muzikalia.com
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Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 13 October, 2012
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