Tengo en alta estima musical a algún amigo y conocido que no puede ni ver a La Casa Azul. Normalmente, es gente que como yo deambula por la treintena, y que fue educada a base de guitarras ruidosas y canciones más o menos tristes. Su animadversión tiene que ver sobre todo con el estigma del tontipop, o el odio acérrimo que mucho purista de varias vertientes sienten contra todo pop mínimamente edulcorado o de ñoña apariencia. Cada uno tiene sus gustos que son absolutamente respetables, pero creo que con La Casa Azul se equivocan. Es cierto que el primer vistazo puede ser algo azucarado, pero el talento de Guille Milkyway es tan incuestionable que vale la pena romper cualquier prejuicio con el dulce.
La última vez que me lo ha demostrado fue el sábado en el Donostikluba, una de las estaciones finales de la gira de presentación de su reciente La Polinesia Meridional, y un auténtico recital por infinidad de razones. Comenzó con la parte más bailable del nuevo disco, para luego alternarse con medios tiempos. A prácticamente cualquiera, una cambio de ritmo de ese calibre le cuesta el concierto. A Guille le pasa lo contrario, canta al piano con tal intensidad, que convierte la sala en una olla a punto de ebullición. Por supuesto, aquello termina explotando y roza la apoteosis cuando llega la larguísima e imparable colección de hits, y la temperatura emocional ya se ha desbordado hace rato. Tal fue el ambiente, que el concierto terminó con la sala desbocada superando las dos horas (¡en Donosti!), y Guille compatibilizando su proverbial timidez con una espontánea que se subió al escenario (¡en San Sebastián!), y terminó cantando sobre sus piernas en el piano. Por cierto, todo esto sin necesidad de mencionar que la ejecución fue prácticamente de libro, a pesar de que sobre la PA de la sala podríamos discutir, y que La Casa Azul repartió entre las canciones decenas de guiños y referencias a sus influencias que fueron la delicia de cualquier melómano.
Antes de La Casa Azul, Reina Republicana, súper grupo formado en torno a Israel Medina (ex Half Foot Outside y, brevemente, Los Planetas), y que cuenta con unos mimbres increíbles. Hasta el momento, y a pesar del notable debut homónimo, los bailes de componentes han lastrado el desarrollo de un grupo llamado a ser importante. Afortunadamente, y a pesar de que parece que habrá algún cambio más destinado a poder despegar por fin, en Donosti dejaron muy buenas sensaciones, como por ejemplo que Maite Rodríguez (voz y viola) está cada vez más integrada en el sonido del grupo. Ruido y armonía a partes iguales, es una maravilla poder escuchar en directo canciones del tamaño de “La Reina”.
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Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 9 October, 2012
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