Me alegro de haber podido leer esta mañana en el Diario de Burgos que el Ebrovisión 2012 ha sido un éxito de público. La organización maneja una cifra cercana a los 14.000 participantes para todo el fin de semana (contando el jueves y los 1.500 comida popular del sábado), y 5.000 en los conciertos del sábado. Considerando que han tenido que montar el festival en dos meses, dado que el Ayuntamiento no tenía, ni tiene aún claro si va a poner dinero, y que cambiaron las fechas para no coincidir con el DCODE, creo que el resultado ha sido meritorio.
El cartel tiene parte de la culpa, porque, además de los inevitables Love of Lesbian o Sidonie, había hueco para otras propuestas menos masivas pero igual de interesantes, El Inquilino Comunista, Los Punsetes (único festival del verano si no me equivoco), los afortunadamente resucitados Nudozurdo, Templeton o Thee Brandy Hips. Pero, como todos los años, la verdadera razón de que el Ebrovisión tenga una larga nómina de incondicionales que repiten edición tras edición, es el público y el ambiente. Todos los años en todas las crónicas repito lo mismo, pocos festivales hay más más cómodos y divertidos. Buenos conciertos, sonido casi siempre impecable, transporte fácil, precios ajustados y para rematar, discoteca hasta el amanecer para que el aguante. Imposible no pasárselo bien.
Veremos que pasa en 2013. El Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León, que hasta ahora han aportado el dinero suficiente para cuadrar las cuentas (el festival lo organiza una asociación cultural sin ánimo de lucro), no parece que consideren el festival una prioridad. Ellos verán. El sábado se cerró el último cine de Miranda, una de las ciudades con más industria y potencial económico de Castilla y León. Dejar caer el Ebrovisión, un evento que pone a Miranda en el mapa y referente para la escena de todo el norte de España, sería un error mayúsculo.
En cuanto a lo musical, el viernes fue el día tranquilo del festival. Llegamos justo para ver el final de Pegasvs, grupo con una propuesta eminentemente nocturna que todos los festivales se empeñan en programar a primer ahora de la tarde. A pesar de que el momento no acompañaba para bailar a tope “La melodía del afilador” o “El final de la noche”, no me canso de escuchar cualquier cosa que hagan Sergio Pérez y Luciana della Villa.
Entiendo que si no has pasado aún de los treinta u opinas que aquello del grunge fue simplemente cuatro melenudos tristes con camisas feas haciendo ruido, El Inquilino Comunista te diga poco. Yo que estoy justo en el polo opuesto de este tipo de opiniones y que aún me acuerdo de Salto al Vacío o de Historias del Kronen, estuve a punto de echar una lagrimilla con “Brains Collapse X”. Era la primera vez que veía a los Pavement de Getxo, y sobre el escenario me parecieron más que dignos, se lo pasaron en grande y demostraron con creces el porqué de su leyenda.
El cambio a Fuel Fandango fue, por decirlo de forma amable, complicado. He estado en situaciones inauditas, he visto mezclar cerveza con Licor 43, pero soul, funk, pop, techno y flamenco, nunca hasta el viernes. Aun así el asunto funciona mejor de lo que parece. La mitad del grupo, Ale Acosta, es un ex Mojo Poject, aquella especie de flamenquito de resaca en el Café del Mar, que por lo menos en cuestiones técnicas se defendían con mucha soltura. La otra es Nita, una destacable vocalista que además exporta sensualidad para perfecto botín de los fotógrafos. La combinación asegura un rato divertido y resultón a través de un debut homónimo defendido con habilidad y una puesta en escena que suve la temperatura de cualquier festival.
No soy el mayor fan de la Americana, pero lo de Los Corizonas hay que reconocerlo en su justa medida. Que grupazo y que forma de tocar. Impecables en lo suyo, divertidos, el Ebrovisión terminó oliendo un poco a establo del Oeste, pero mereció la pena. Mención especial a las versiones, siempre una interesante vara con la cual medir el background musical de un grupo. Las de Corizonas más que impecables, Black Sabbath, Pink Floyd (“Wish you were here”), y sobre todo el “Piangi con me” de The Rokes, mil veces versionada, desde The Grass Roots (“Let’s Live For Today”) a La Costa Brava (“Olvida el ayer”).
Los Sidonie a lo suyo. Tocando detrás de un jardín montando en los micrófonos y cada día más estéticamente Tequila, pero presumiendo una envidiable conexión con el público. El Fluido García, mantiene un nivel pegadizo de anteriores entregas y destaca por guitarras y coros, más que suficiente para justificar un éxito que celebro aunque no comparta.
The Sound of Arrows era uno de los tantos del festival. Comenzaban su gira española y lo hacían precisamente en Miranda. Melodías y sintetizadores a tuiplén, influenciados por Pet Shop Boys y OMG, y producidos por nada más y nada menos que Richard X. El concierto fue oscuro, como lo es el disco, Voyager, e intenso, especialmente con “Nova” o “Into de Clouds”. El público no se entusiasmó con los efebos suecos (supongo que el concierto del Ochoymedio será un fiestón por razones obvias), pero pudo disfrutar de una de las propuestas más de moda de la escena musical actual.
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4 December, 2016 at 11:53
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