Superados hace ya tiempo los rastros de su divorcio, la capacidad de Antonio Luque de ofrecer conciertos infalibles crece de forma tan inexorable como su barba y su pelo. Cada día más naúfrago en cuanto a apariencia, pero más sociable y locuaz sobre el escenario, Sr. Chinarro domina con absoluta facilidad un repertorio basado en su época de pop amable, aderezado de chistes surrealistas y chispazos filosóficos propios de una vertiente de autor literario cada vez más presente.
Y eso que Presidente, su último disco y leitmotiv de sus conciertos más recientes no pone las cosas fáciles, porque por la razón que sea, es francamente más aburrido y menos brillante que cualquiera de sus otras referencias de la etapa que le ha abierto el favor del público (El fuego amigo, 2005; El Mundo según, 2006; Ronroneando, 2008). Aun así, Antonio es tenaz e insiste en sacar brillo a sus nuevas creaciones, pero afortunadamente pronto recurre a lo mejor de estos últimos años (sobre todo de El Mundo según y Ronroneando), y suenan “Tímidos” o “Esplendor en la hierba” para desatascar un setlist que podría haberse convertido en tedioso.
Mientras tanto, el público canta las canciones y ríe las ocurrencias de un Antonio en su salsa (¿qué quería decir con lo de la profesión de sexador de pollos?), tan generoso en canciones como en chistes, guiños a la banda, o cualquier otra buena actitud que se les pase por la cabeza.
Llegados al bis, y misteriosamente sin querer recurrir a las joyas de El Fuego amigo que ha evitado todo el concierto, Sr. Chinarro llama a Maga, teloneros por primera vez y mitad de su propia banda, con los que en total celebración cómplice toca una de Miguel Rivera, y termina la fiesta de Navidad del Ocho y medio con una apoteósica “Los Ángeles”.
Más información:
Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 18 December, 2011
Conciertos, Destacado