Suspenso absoluto a todos los que ayer faltaron en el Nasti al concierto de Las Kellies. Mucho festival, mucha web musical y mucho Twitter y tonterías semejantes, pero donde hay que estar es en bolos como el de ayer, sobre todo el que presuma de gusto por las guitarras divertidas. Peor para el que no fue porque las argentinas ofrecieron uno de esos conciertos que te salvan la semana.
Las Kellies están en plena gira europea gracias a Primeros pasitos (aún queda una fecha el 2 julio en el Pop Bar del Razzmatazz), en formato trío (originalmente son un cuarteto) y al segundo intento, ya que en el primero fueron retenidas en Barajas como hace meses les pasó a Dënver.
Para mezclar surf, punk, post punk, garage o cumbia y que aquello no termine pareciendo un circo, aparte de valentía, hay que tener talento. A las Kellies les sobra, porque todas las canciones resultan sencillas y equilibradas (había ratos que sonaban a Pixies). Además añaden gracia y descaro sobre el escenario, lo que unido a un público receptivo, puede ser un auténtico espectáculo.
Ayer la pena fue que no había ambiente, así que se desperdició el poder contagioso de la mayoría de las canciones, que están pensadas para bailar. Aún así, disfrutamos de temas de sus tres discos cantados en inglés, catalán, español o alemán y nos quedamos con ganas de repetir en cuanto vuelvan a Madrid.
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Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 30 June, 2011
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