Sacar fotos en los conciertos con una cámara reflex suele ser una tarea más complicada de lo que parece. Tras conseguir un pase especial, normalmente solo está permitido en las tres primeras canciones y nunca con flash. A veces incluso, terminadas las canciones “fotografiables”, te echan sin miramientos no solo del foso, sino de la sala por temor a que sigas haciendo fotos disimulado entre el público. Algunas de estas medidas son razonables, y se justifican por temas de derechos de imagen y simple sentido común, varias personas moviéndose a escasos centímetros del escenario, y sobre todo los flashses, pueden distrer a quienes están actuando.
Sin embargo, con la evolución de las cámaras compactas y de los móviles, que no son objeto de restricción alguna, tanta precaución y control empieza a ser contradictoria y pierde sentido. La estampa habitual de un concierto está plagada de cámaras en alto, con pantallas y flashses cada vez más potentes que pueden distraer tanto o más que los fotógrafos acreditados.
Por ejemplo, Evan Mast de Ratatat afirmaba hace unos días en Australia que no entendía por qué la gente en vez de disfrutar del concierto, pasa el tiempo jugando con el móvil, algo que distrae tanto al público como a los músicos. El neoyorquino es partidiario de prohibir los móviles en los conciertos y que la gente, si quiere contar que ha estado viendo a tal o cual grupo, lo cuente cuando termine.
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31 May, 2011 at 15:35
Sin ser artista ni fotografo pienso como Evan Mast, a los conciertos voy a disfrutar y si me gusta me olvido de hasta los que tengo al lado. No consigo entender como la gente es capaz de estar grabando con la cámara, enviando mensajes de lo megachupique es el concierto o hablando por el móvil. O incluso actualizando el facebook.
A parte de que si estás un poco para atrás es molesto ver mil manos levantadas con las pantallitas de las cámaras ilumindas. Y ya no hablemos del flash desde 50 metros, como si hiciera algo…
Con lo bien que se ven los videos y fotos oficiales.