Curiosas historias tiene la música. Melinda Hsu (aka Mel Torment), era una fan californiana de Mozz que acompañaba al ex-líder de los Smiths en todas sus giras estadounidenses. Allá donde tocara él, allá estaría ella en primera fila. Tras el concierto y bajo el nick de Mel Torment, compartía sus impresiones en el foros de la principal web dedicada a Morrissey posteando opiniones, el setlis o alguna fotos.
Melinda ha muerto de forma de forma imprevista, lo que ha supuesto un verdadero terremoto entre la gran familia que forman los grandes fans de Mozz a través de Morrissey-solo.com. Tal ha sido el efecto de la noticia, que el propio artista, enterado de la desgracia, ha escrito unas palabras sobre Mel, cuya lectura emociona a cualquier de se sienta fan de un grupo, en especial de Morrissey.
My trusted ally Janice Long has passed news on to me of the sudden death of Melinda Hsu. I did not know Melinda personally, but I felt as if I did because she had been a front row fixture for many years. In fact, from her many letters and gifts I understood her name to be Mel Torment, or even, when she felt at her most pernickety, Smel – which I’m certain was not her given name. Mel was a smiling face who lent strength to every single concert, even when events were going somewhat pear-shaped. I felt as if I knew Mel because she was always there – regardless of wherever ‘there’ happened to be; no snowbound landscape too far, no off-the-beaten track too untrekkable. I often handed her the microphone mid-concert and she would always make an effort to say something different each time. What is more, she always seemed so happy to be there on the front row, even though she had heard these live renditions enough times to emaciate the brain of the most inherently decent devotee. However, she was booed by the audience once – in Killarney, when she asked (via microphone) with a tone of disbelief “why Killarney?” but I don’t think she meant the contorted snootiness assessed by the rest of the audience because she was not that type.
Those who travel from concert to concert as Mel did possibly don’t realize the contribution they make. They are as much a part of the night as I am, but I sometimes feel embarrassed because I think they are asking for more than there is, and, mustily, I can’t give it. The goat-like vocals and the tipsy monologues are all that I am.
Mel had passed a note to me at Pomona saying that it would be her final concert of the tour. Yet, hours later, in another venue, there she was again. Even after all she had done, even after all the money she had spent and the millions of miles she had hiked she still could not keep away from the squeeze and bend of yet another version of “First of the gang to die” – never imagining, I’m sure, that it is she who would be the first. As ever delighted and content at Ventura (where we gave our final bow), I cannot imagine whatever it was that Mel believed she saw or felt as she fixed upon the stage night after night, year after year.
Her contribution was a declaration of love for which she seemed to save all of her strength, and for which I could only ever repay with half-witted mumbles of thanks.The only way to deal with Mel’s death is to accept it. There is no other way. We all have a certain unbreakable appointment and we are all helpless targets in that regard. Life’s only promise is its final deadline. When Mel, and others who are dear to us, depart, we should at least realize as we shuffle along living our small and persecuted lives, how absolutely ridiculous it is to be afraid of anything or anyone on this unhappy planet. Most people are standardized and unoriginal, which is useful, because it makes the Mels of the world stand out even more. Rich in ideas, her self-made calendars and t-shirts were always very funny. You will catch up with her in the afterlife, where I’m sure she will be as creative and busy and as Mel Torment as ever.
Thank you to Julia at True-to-you for printing this.
MORRISSEY
France, april 2010.
La traducción, que no es mía, sino de fans argentinos:
Comunicado de Morrissey
30 de abril de 2010
Mi leal aliada Janice Long me ha pasado la noticia de la muerte inesperada de Melinda Hsu. No conocía a Melinda personalmente, pero sentía como si lo hiciera porque había sido una parte integrante de la primera fila durante muchos años. De hecho, por sus muchas cartas y regalos tenía entendido que su nombre era Mel Torment, o incluso cuando se sentía muy exigente, Smel, que estoy seguro de que no era su nombre de pila. Mel era un rostro sonriente que le daba fuerza a todos los conciertos, incluso cuando los eventos no iban muy bien. Sentía como si conociera a Mel porque ella siempre estaba ahí, independientemente de dónde resultase ser “ahí”; ningún paisaje bloqueado por la nieve quedaba muy lejos, ningún lugar apartado era muy intransitable. Con frecuencia le pasaba el micrófono entre medio del concierto y siempre se esforzaba por decir algo distinto cada vez. Es más, siempre parecía tan feliz de estar ahí en la primera fila, aún cuando había escuchado estas interpretaciones en vivo las suficientes veces como para extenuar el cerebro del adepto más intrínsecamente amable. Sin embargo, fue abucheada por el público una vez, en Killarney, cuando preguntó (por medio del micrófono) con un tono de incredulidad: “¿Por qué Killarney?”, pero no creo que haya querido dar a entender la altanería retorcida evaluada por el resto del público porque ella no era de ese tipo.
Aquellos que viajan de concierto en concierto como lo hacía Mel posiblemente no se dan cuenta de la contribución que hacen. Son tan parte de la noche como lo soy yo, pero a veces me siento avergonzado porque creo que piden más de lo que hay y, falto de ideas, no puedo darlo. La voz de cabra y los monólogos achispados son todo lo que soy.
Mel me había pasado una nota en Pomona diciendo que sería su último concierto de la gira. Sin embargo, horas después, en otro lugar, allí estaba de nuevo. Incluso después de todo lo que había hecho, incluso después de todo el dinero que había gastado y los millones de millas que había recorrido, aún así no podía mantenerse alejada del apretón y del saludo inclinado de otra versión más de “First of the gang to die”, sin nunca imaginarse, estoy seguro, que era ella quien sería la primera. Alegre y contenta, como siempre, en Ventura (donde dimos nuestro saludo final), no puedo imaginar lo que sea que fuera que Mel creía que veía o sentía cuando se fijaba en el escenario noche tras noche, año tras año. Su contribución era una declaración de amor para la cual parecía guardar todas sus fuerzas, y por la cual solo podría retribuirle musitando tontamente gracias.
La única manera de lidiar con la muerte de Mel es aceptarla. No hay otra forma. Todos tenemos una cita segura inquebrantable y todos somos blancos indefensos en ese sentido. La única promesa de la vida es su plazo final. Cuando Mel, y otros que significan mucho para nosotros, parten, deberíamos por lo menos darnos cuenta mientras avanzamos poco a poco viviendo nuestras pequeñas y atormentadas vidas, lo completamente ridículo que es tener miedo de algo o de alguien en este planeta desdichado. La mayoría de las personas están estandarizadas y son poco originales, lo cual es útil porque hace que las Mel del mundo sobresalgan aún más. Rica en ideas, sus calendarios y remeras hechos por ella misma siempre fueron muy graciosos. La alcanzarán en el más allá, donde estoy seguro de que será tan creativa y activa y tan Mel Torment como siempre.Gracias a Julia en True-to-you por publicar esto.
MORRISSEY
Francia, abril de 2010.
Más información:
2 May, 2010 at 20:33
Gracias por la traducción. Y, es cierto, las palabras se Morrissey son realmente poéticas. Claro, son de Morrissey!