Este raro oficio consistía en escribir sobre música, música popular, y tal vez presentarla en la radio o en televisión. Eso exigía, aparte de cualidades profesionales, una vocación de descubridor: si querías librarte de la tutela de las discográficas, debías esforzarte en arañar información y música
La república de los blogs ha dinamitado las jerarquías estéticas establecidas. Con total impunidad, se plantean revisiones de la historia del pop, que pivotan sobre caprichos más o menos argumentados. Son ejercicios a veces enervantes pero, finalmente, vivificantes. Aunque lleven dentro la semilla del disparate, la contestación a lo políticamente correcto desemboca en gestas como mandar a Rodolfo Chikilicuatre a Eurovisión.
Diego A. Manrique reflexiona con acierto en El País sobre la música, la pseudo-música, el periodismo y el pseudo-periodismo. Todo lo que dice se podría aplicar también a la fiebre de Djs.
La solución es sencilla, apliquémonos serias dosis de criterio. Y el criterio no nace por generación espontánea, sino que se trabaja, y lo importante, se nota.
Vía Loveof74.
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Escrito por Flashman el 13 April, 2008
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