Crónica del concierto de The Hives en La Riviera de Madrid: No hay silencio en un concierto de Los Hives

“No hay silencio, no hay silencio en un concierto de Los Hives”

Esta y otras cuantas ocurrencias más, que jalonaron el concierto de ayer en la Riviera de The Hives, sirvieron a “Howlin” Pelle Almqvist, vocalista y guitarra ocasional del grupo, para ganarse a un público menos adolescente que de costumbre, que de nuevo llenó hasta el sold out una sala que, gracias a la moda de la música en directo, comienza a quedarse pequeña para este tipo de grupos internacionales.

Llegaba los suecos de gira presentando su cuarto y último trabajo The Black and White Album, un disco publicado en noviembre del año pasado que, a pesar de ser algo inferior a sus predecesores, les está dando mucho juego en forma de nuevos singles y conciertos.

Con una puesta en escena cuidadísima y sorprendente, sobre todo si la comparamos con el nulo esfuerzo escénico de otros grupos de bastante mayor éxito y reciente paso por Madrid como Arctic Monkeys, Baby Shambles o Editors, los Hives dejaron claro desde el principio que habían venido a divertir y a divertirse a base de simpatía, clase y trallazos de rock garagero y punk.

Mientras desgranaban a golpe de guitarra el álbum de título bicolor como su indumentaria, un dicharachero Almqvist entretenía al personal con su español de 10 palabras y no paraba de dar saltos por el escenario y media barra de al lado, acompañado únicamente en su tarea por un silencioso pero físicamente muy expresivo Nicholaus Arson (guitarrista). Sonaban “T.H.E.H.I.V.E.S”, “Puppet on a String”, “Try It Again” y Almqvist no perdía oportunidad para caldear el ambiente con palmas masivas, votaciones sobre si cambiaba el español por el inglés, o confesiones como la de que él era “suecia y tímido” y su sonido “música latido”. Sin embargo, después del tercer chiste parecido, a algunos, lo que más nos animaba sin duda, era escuchar alguno de sus temas más antiguos y potentes como “Main Offender” o “Abra Cadaver”, que no dudaron el recuperar.

Para el final, dos versiones largísimas de dos auténticos hitazos sin discusión, “Hate to Say I Told You So” y “Tick Tick Boom”. Apoteósicas y para tranquilidad de Almqvist, sin duda, muy muy ruidosas.

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