“Woodstock todos los días”, titulaban ayer en las páginas de El País Igor Cubillo y L. Hidalgo un reportaje sobre la fiebre de los festivales indie que este verano recorre nuestra geografía. Santander, Bilbao, Madrid, Barcelona, Benicassim o Miranda son algunos de los
Ayer fue el turno del Summercase, el endogámico festival de Sinnamon que ha decidido prescindir de muchas bandas que ocupan la actualidad del panorama musical (salvo que formen parte de su catálogo), y ha preferido recuperar grupos clásicos de la new wave y los 90. En una amplísima y pedregosa explanada cerca de Boadilla del Monte, estamos asistiendo a su bien organizada edición madrileña.
Tardamos en llegar porque salvo que te animes a usar el coche, es prácticamente imposible no tener que combinar dos o tres medios de transporte para llegar al Festival. Afortunadamente, el transporte que depende del Festival, las lanzaderas hasta el recinto, a media tarde funcionaban bien y pudimos viajar incluso sentados y sin agobios.
Comenzamos viendo a unos sosos The Dandy Warhols presentando su disco del año pasado, el irregular Odditorium or Warlords of Mars. A mí los Warhols me gustan, pero me parecen un grupo de singles que baja mucho su nivel en el resto de canciones, así que no dudamos un momento en abandonarles en cuanto comenzaron a sonar los primeros acordes de The Divine Comedy.
Elegante, acalorado, locuaz e irónico gracias a una bien regada comida, Neil Hannon fue repasando temas de toda su discogafría mientras el escenario que ocupaba se iba poco a poco llenando de público y de un buen número de fans. Correctísimo y sereno, fue una opción perfecta para comenzar el festival.
A continuación nos acercamos a escuchar a los canadienses Bell Orchestre, un grupo formado por varios componentes de los sobrevaloradísimos Arcade Fire que hace jazz mezclado con post-rock y electrónica. Concierto para escuchar sentados como así hicimos, con una puesta en escena sorprendente y llena de actitud, confirmaron la buena opinión que tengo de su primer disco Recording a Tape of the Colour of the Light.
Happy Mondays comenzaban poco después pero preferimos coger sitio para ver desde cerca a Ner Order, así que nos perdimos toda la actuación de los autores de 24 party people. Hacer coincidir a estos dos grupos representante de lo mejor de la new wave en horario me imagino que habrá sido inevitable, pero no deja de ser un gran error.
New Order eran a quien más ganas tenía de ver en el Festival. No es vano es uno de mis grupos favoritos. Hicieron una actuación dividida en dos partes, una primera tocando con guitarras y una segunda más electrónca. Con cuerdas sonaron “Crystal”, “Road to ruin” y en el momento más emocionante de la noche, dos de mis canciones preferidas de todos los tiempos, “Love will tear us aparta again” y “Transmission” de Joy Division. Con sintetizadores llegaron los hits más propios de New Order, “Bizarre love triangle”, “True Faith” y “Blue Monday” como final del bis. Sobre el papel, el concierto parece espectacular, sobre el escenario fueflojo. Bernard Summer y Peter Hook hicieron lo que pudieron pero yo creo que no están para estas cosas. Comenzaron con ganas pero se fueron marchitando de forma paulatina y en la última parte del concierto, Summer estaba apagadísimo. Quizás fuera el calor, tampoco hacía demasiado, o el cansancio, pero “Bizarre love triangle”, “True Faith” y “Blue Monday” suenan mejor ahora mismo en mi casa que ayer en el Summercase. Una pena. A pesar de todo, eran New Order y aunque no estaba Ian Curtis, por fin pudimos escuchar en directo la hipnótica salmodia del amor que se destruye a sí mismo.
Tras ellos, Bobby Gillespie y los suyos defendieron con su energía habitual su vuelta al rock de Riot city blues, su último disco. “Country Girl”, “Rocks” o la mítica “Swastica eyes” fue para mí mejor que tocaron en uno los conciertos más inspirados (mucho más tras el fiasco New Order) del Festival. Si las drogas no lo impiden Primal Scream son siempre una apuesta manida pero segura.
Por cierto, ayer me contaron que hace dos semanas Bobby Gillespie tuvo un pequeño percance en el Santader Summer Festival. Primal aterrizaron en Bilbao y se desplazaron en coche a Santander, pero Bobby no se debió dar cuenta que en el trayecto “cambiaban de país” y debío soltar un “freedom for the basque country” tras 20 minutos de concierto en Santander. Nuestros vecinos que no son muy fans de las pretensiones independentistas de algunos vascos, le contestaron con piedras y tuvieron que suspender. ¿Alguien me lo puede confirmar?
El resto del Festival flojeó bastante. Chemical Brothers nefastos y en caída libre, pincharon un techno infernal que soportamos 5 minutos entre empujones. Mientras, Starsailor prometían con 4 to the floof y aburrían con el resto. De Keane ni hablo, no me gusta U2, así que mucho menos sus sucedáneos melancólicos.
Para finalizar, bailamos un rato con Larry Tee y volvimos a casa después de esperar bastantes colas.
Hoy es el turno para los mitos de la electrónica de los 90. Veremos en que forma continúan Fatboy Slim, Massive o Daft Punk.
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Escrito por Iñaki Espejo-Saavedra el 15 July, 2006
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